¿Cómo podemos ayudar?
La anatomía de la piel
Antes de que podamos empezar a comprender el acné, es importante que sepamos un poco sobre la anatomía de la piel.
Para empezar, al contrario de lo que posiblemente piense, la piel es un órgano y, de hecho, es el órgano más grande del cuerpo humano, que cubre un área de aproximadamente 1,85 m2. La piel tiene muchas funciones, algunas de las más importantes son protegernos de las bacterias y los contaminantes medioambientales, ayudar a regular la temperatura de nuestro cuerpo y permitirnos detectar cambios en nuestro entorno, a través de sensaciones de tacto, frío y calor.
La piel se compone de tres capas. La capa más exterior, la epidermis, es una barrera impermeable que está en contacto constante con nuestro entorno. Está expuesta de forma continua y nos protege de las bacterias, los virus, la suciedad y una gran cantidad de contaminantes que se encuentran en el aire que nos rodea. La epidermis también contiene melanocitos, que son las células productoras de pigmento responsables de proporcionar a la piel sus diversos colores.
La siguiente capa por debajo de la epidermis se llama dermis y se compone del tejido conjuntivo, los folículos pilosos y las glándulas sebáceas. Esta combinación de un folículo piloso y una glándula sebácea se conoce habitualmente como la unidad pilo-sebácea y una enfermedad de esta unidad es lo que conocemos habitualmente como acné. Las numerosas causas de la enfermedad de esta unidad se comentarán más tarde en la sección de las Causas del acné. La tercera capa de la piel se conoce como la hipodermis y se compone en gran medida de tejido conjuntivo y grasa.
¿Qué es el acné?
El acné es una afección caracterizada por la inflamación de la unidad pilo-sebácea, que consta de los folículos pilosos y sus glándulas sebáceas asociadas, que producen una sustancia aceitosa llamada sebo. Como resultado, el acné puede aparecer en cualquier parte del cuerpo que tenga una elevada concentración de estas estructuras, como la cara, el pecho y la espalda. El acné se puede agrupar en dos categorías, acné de adolescente y acné de adulto. El acné es más prevalente entre adolescentes, representando aproximadamente el 90 % de los casos, y se encuentra tanto en hombres como en mujeres. El 10 % restante de los casos de acné se producen en adultos y predominantemente en mujeres de entre 40 y 50 años. En términos generales, se considera que el acné está provocado por una multiplicidad de factores. Uno de los factores más importantes es que las personas que sufren acné presentan un incremento en la producción de sebo. La inflamación del folículo secundaria a la proliferación de la bacteria Propionibacterium acnes, que queda atrapada dentro del folículo debido a una producción excesiva de sebo combinada con células cutáneas muertas descamadas, genera un tapón que atrapa la bacteria. Actualmente se cree que el P acnes no es directamente responsable de la infección, sino que desencadena una respuesta inflamatoria dentro del folículo.
Ingredientes que combaten el acné
Antibióticos:
Los antibióticos, especialmente las tetraciclinas se han utilizado para matar las bacterias que son responsables de establecer las condiciones inflamatorias que pueden provocar el acné. El gran problema con la utilización de los antibióticos es que, con el paso del tiempo, las bacterias se vuelven resistentes y el antibiótico pierde su eficacia.
Ácido azelaico:
Un tratamiento relativamente nuevo para el acné. El ácido azelaico es un ácido nonodecanoico derivado de granos y otras plantas como los cocos. Es eficaz contra el acné vulgar y la rosácea. Al contrario que otros tratamientos del acné, el ácido azelaico no solo es activo frente a la fase inflamatoria activa del acné, sino que también es eficaz a la hora de reducir la apariencia de los efectos secundarios del acné, como la hiperpigmentación y la cicatrización. El ácido azelaico tiene una triple acción a la hora de combatir el acné. En primer lugar, es bactericida contra la bacteria responsable del acné, Proprionbacillus acnes, pero tiene una actividad contra la tirosinasa. La tirosinasa es la enzima necesaria para convertir la tirosina en el pigmento cutáneo llamado melanina. Al bloquear esta enzima, se evita que las cantidades anómalas de melanina producidas por la inflamación crónica formen los puntos negros que se ven con frecuencia después de erupciones de acné repetidas. De todos los tratamientos disponibles para el acné, mi favorito personal es el ácido azelaico, porque es natural. Aborda de forma eficaz las espinillas y también las complicaciones asociadas con frecuencia con el acné, sin secar la piel en exceso.
Peróxido de benzoilo
El peróxido de benzoilo se ha utilizado desde los años 20 y fue el primer peróxido orgánico en sintetizarse intencionalmente. Es el principal componente de muchos de los productos actuales contra el acné. El peróxido de benzoilo se descompone cuando entra en contacto con la piel en ácido benzoico y oxígeno. Aunque no es particularmente tóxico, esto no significa que el PB sea seguro. La acción del peróxido de benzoilo como un agente oxidante puede ser corrosiva para la piel, así como tener propiedades blanqueantes.
Ácido salicílico
La tretinoína es la forma ácida de la vitamina A. Está disponible como Retin-A, Atralin, Renova, Airol, Avita y Retacnyl, por nombrar solo unos pocos productos. El ácido salicílico debe su nombre al término latino “salix”, que significa sauce, de cuya corteza se obtenía originalmente la sustancia y es un tipo de ácido fenólico y un ácido beta hidroxi. El ácido salicílico (AS) es un agente queratolítico que actúa exfoliando la piel para desobstruir los poros taponados, donde se encuentran suciedad atrapada, aceites cutáneos y bacterias. Al permitir que los poros drenen y eliminen la fuente de la inflamación, las espinillas y las imperfecciones pueden empezar a sanar. La desventaja del AS es que es eficaz como un tratamiento puntual y no resulta adecuado para su uso en zonas amplias de la cara. Tampoco resulta eficaz para abordar las complicaciones asociadas con frecuencia con el acné, como la cicatrización y la hiperpigmentación postinflamatoria.